Todos, en más o menos medida, hemos creado nuestros perfiles profesionales en todas aquellas herramientas que, con mayor o menor éxito, están en el mercado. LinkedIn, Facebook o Twitter son las redes profesionales y sociales más atractivas para candidatos a la hora de buscar empleo o empresas de su interés, y para reclutadores a la hora de localizar el talento. Desde su aparición nuestras identidades, cualidades y competencias -personales y profesionales- quedan ancladas en el enorme espacio de internet visibles a todos que quieran conocerlas.
Si esto es así, aparte de ser conscientes de que son perfiles públicos por mucho que queramos cerrar a cal y canto nuestra privacidad, mostremos al mundo, de una manera prudente, quiénes somos, qué sabemos, qué podemos aportar y cómo podemos contribuir en una organización y equipo de trabajo, y aún más cuando nos queremos mostrar ante empleadores y organizaciones que generan oportunidades de empleo buscando a candidatos con unas determinadas características y competencias.
Desde hace más de dos décadas se habla de competencias profesionales como aquellas capacidades, experiencia y habilidades que utilizadas en el contexto específico para el que se utilizan predicen un mayor éxito en nuestros objetivos. Competencias que hablan de la de la creatividad, de la innovación, de la capacidad para trabajar en equipo o del liderazgo, digitales o emocionales, competencias que por sus bonitos nombres adoptamos como nuestras en las redes sociales y profesionales mediante una etiqueta o hastag, pero que a la hora de la verdad pierden coherencia en cómo las mostramos a través de los medios sociales y digitales, bien porque no las acompañamos de la información necesaria o del contenido oportuno o bien porque no mostramos demasiado interés en ello.
¿Cómo nos ayudan redes profesionales como LinkedIn a mostrar esas competencias?
Si LinkedIn es la red de carácter profesional con mayor importancia en la actividad de reclutamiento y selección de las organizaciones, los candidatos han de elaborar y cumplimentar su perfil profesional con el mayor rigor y la mayor exactitud posible de tal manera que permita al reclutador hacer inferencias a partir de la información aportada y que se vea reflejado en el contenido del perfil de LinkedIn. En una rápida revisión del contenido, el reclutador ha de detectar nuestra capacidad de liderazgo, nuestra proactividad, nuestra capacidad para trabajar en equipo, o nuestras capacidades digitales, y sólo será posible si somos capaces de aportar esta información escrita de manera ordenada, clara y concisa.
El reclutador usará LinkedIn como una forma de visualizar el CV de los candidatos y con ello realizará una primera valoración del ajuste del candidato al puesto. Cómo se presente la información será clave para determinar el grado de experiencia de los profesionales y la relevancia de las cualidades que son mostradas, y que el reclutador considera necesarias para el desempeño del puesto.
Una reciente investigación estudió, en una muestra de 57 profesionales, la relación entre el perfil de LinkedIn y su capacidad de liderazgo, los resultados mostraron que existe relación entre cómo los candidatos gestionan su perfil de LinkedIn y lo que muestran en él y sus puntuaciones en la variable de Liderazgo (Álvarez, A., Olea, J., Rodríguez, S., Álvarez, F., 2017). No dejes pasar oportunidades, es el momento de ponerse a trabajar.
Fuente imagen: