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¿Qué es el estrés?
Alrededor de nuestras vidas son muchas las situaciones que por sus características pueden superar los límites de los recursos personales y sociales que poseemos para afrontarlas con éxito. Cuando nos vemos superados, nuestro cuerpo y nuestra mente reaccionan a ese desafío o a esa demanda mediante una respuesta de estrés. El estrés, controlado, puede ser positivo porque nos ayuda a evitar alguna situación peligrosa o nos ayuda a cumplir con las tareas previstas, pero cuando el estrés se sostiene en el tiempo puede influir negativamente en nuestro estado emocional, en la búsqueda de nuevos objetivos o incluso en las relaciones con los demás.
Las épocas difíciles, ya sean porque estás buscando empleo o porque tu trabajo te exige más de lo que puedes responder, nos generan sensación de incontrolabilidad, ansiedad y estrés. Es evidente que para obtener cierta eficiencia en nuestras actividades y tareas y en la búsqueda o resolución de nuestros objetivos, es deseable saber manejar y regular el estrés.
¿Qué consecuencias puede tener el estrés en el logro de nuestros objetivos?
Cuando el estrés (negativo: incontrolable y sostenido en el tiempo) aparece podemos notar diferentes respuestas a nivel fisiológico o comportamientos distintos a los habituales que pueden amenazar nuestro bienestar y nuestra estabilidad. Podemos notar que:
- Nos cuesta más concentrarnos y ser selectivos con la información.
- Que tardamos más en hacer las cosas percibiéndonos como poco eficaces (pensamientos como “no valgo” , “no soy capaz”, “ no estoy hecho para esto”)
- Que tenemos ideas negativas que generalmente perjudican nuestra autoestima (“no lo conseguiré”).
- Estamos irritables, enfadados, de mal humor y sin muchas ganas de compartir momentos con otras personas.
- Descansamos peor, comemos peor.
Todo lo anterior favorece que nuestro rendimiento en la tarea que estamos llevando a cabo disminuya y nos lleve a la sensación subjetiva de perder el control de la situación y por lo tanto la estabilidad que proporciona una situación que percibimos bajo control. Cuando se da todo esto, entramos a cuestionarnos nuestras propias cualidades, nuestros propios conocimientos o nuestras propias habilidades, lo que supone una pérdida de confianza y estima.
En consecuencia, el estrés surge cuando pensamos que lo percibimos es cierto y creemos que no disponemos de recursos personales y sociales suficientes para afrontar una situación, una dificultad o un problema.
Gestión del estrés en positivo.
Podemos gestionar el estrés con éxito si, entre otros factores, ponemos lo siguiente en práctica:
- Crea una lista de las tareas que tienes que hacer, define varias estrategias para conseguirlas y planificalas de manera realista para conseguirlas.
- Observa y premiate por todo lo que consigues, por poco que te parezca, de manera que sumes puntos a las sensación de que eres capaz de solucionar lo que te planteas. Percibir que estás haciendo todo lo posible para resolver la situación generará en ti un sentimiento de autoeficacia y autocontrol, lo que incrementará tu autoestima y autoconcepto.
- Atento al tiempo que inviertes en realizar las tareas. Nada es perfecto y todo no lo puedes controlar. Si a tu tarea le has puesto voluntad de hacerlo bien, conocimiento y experiencia seguro que es suficiente para dejar lista la tarea y pasar a la siguiente. Además si gestionas bien el tiempo recuperarás horas al día lo que te permitirá dedicarte a las relaciones personales que a su vez son una fuente de bienestar y de refuerzo para el estado de ánimo.
- Compagina el trabajo o la tarea que estás realizando con actividades agradables y con la practica del ejercicio físico.
- Relájate practicando con técnicas de relajación o técnicas de respiración cuyo objetivo es controlar nuestro nivel de activación.
- Aprende a organizar tus pensamientos y a identificar un plan de acción a la situación.
- Pide ayuda cuando lo necesites para poder identificar la situación de estrés. Nadie es un Superman o una superwoman.
- Cuída la alimentación y el sueño.
Consejo avanzado: Tipos de estrés.
EUSTRÉS: Nivel de activación óptimo y necesario para llevar a cabo actividades cotidianas, aquéllas que requiere de una respuesta inmediata.
DISTRÉS: Nivel de activación, a nivel físico y psicológico, excesivo o inadecuado a la demanda de la situación, y que si se prolonga puede tener consecuencias negativas para la persona. En ello tiene mucho que ver las demandas del entorno y los recursos propios para afrontarlas, así como la valoración que hagamos al respecto de la situación.
Soft Skill: Gestión del estrés.
Es probable que en una entrevista de trabajo te pregunten por esta soft skill, con la intención de predecir si ante situaciones imprevistas y difíciles tu respuesta es óptima y adaptada, y no desajustada o desproporcionada a la situación que ha generado que salten las alarmas. Ahora que ya sabes que es el estrés, si en tu entrevista de trabajo o en el entorno en que estés trabajando, surge esta soft skill lo ideal es que respondas haciendo visible cuáles son las estrategias de afrontamiento, esto es, qué recursos personales y sociales de los que dispones utilizas para adaptarte a la situación y no verte superado por ella.
Ejemplos de situaciones de estrés.
Una situación estresante es cuando por ejemplo fuiste convocado a una reunión importante, con un nutrido número de clientes y en la que eras la persona que dirigía la reunión. Aparentemente es una situación común que puede tener distintas respuestas:
- Si nosotros mismos valoramos la situación como amenazante “¿esta situación es una amenaza para mí?” ¿qué puedo hacer? (respuesta desajustada: “no sé si podré hacer esta reunión porque no estaré a la altura”), probablemente la respuesta a nivel físico y psicológico podría llegar a bloquearnos. Tendríamos dificultad para preparar la reunión con eficacia, con lo que nuestro rendimiento probablemente habría estado por debajo de lo previsto, y por lo que al finalizar la reunión valoraríamos como un resultado negativo alimentando así nuestro pensamiento negativo (círculo vicioso).
- Si nosotros mismos valoramos la situación como difícil pero asumible (“esta reunión es importante, le dedicaré tiempo a prepararla bien y podré hacerlo igual que en otras ocasiones”) probablemente estaríamos en el escenario de conseguir un mejor rendimiento de la reunión y mejor resultado de la situación habiendo adoptado una estrategia positiva (dedicarle más tiempo a la preparación de la reunión).
Realmente cada persona puede reaccionar de forma distinta ante una misma situación que valoramos como estresante, por ejemplo; una entrevista de trabajo, una presentación en público, o la decisión de un cambio laboral. Factores como nuestra personalidad, el apoyo social y familiar que tengamos, o el concepto de nosotros mismos podrán ser factores disposicionales o de riesgo.
Por ejemplo, ante una entrevista de trabajo.
- Podemos estar ante una persona de carácter nervioso, preocupado, pesimista y que valora la situación como una amenaza, probablemente la respuesta sea estrés y el rendimiento en su entrevista sea mínimo no pudiendo ser evaluado positivamente por la persona que realiza la selección. Resultado negativo de la entrevista de trabajo.
- En la misma situación podemos encontrar a otro candidato con un carácter relajado, igualmente preocupado pero optimista y que valora la situación como un reto.Probablemente su respuesta esté orientada a dar solución a la pregunta realizada en la entrevista de trabajo exponiendo las situaciones por la que se le pregunta, pudiendo así la persona que realiza la selección valorar su adecuación a los requisitos del puesto. Resultado positivo de la entrevista de trabajo.
Un principio que nos ayudará a combatir el estrés, está en hacer algo al respecto tomando así la percepción de control de la situación.
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